La mañana era helada, lo suficiente para llevar consigo una bufanda y un par de guantes, aquel día, el uniforme correspondiente era el deportivo, un beneficio por tanto frio.
Las clases comenzaron normalmente; los chicos se metían a sus salones, azotaban la mochila, comenzaban a hacer tares pendientes, aun somnolientos, y con un fresco aroma a jabón, crema y perfume.
Todo marchaba normalmente, mis parpados pesaban como dos grandes rocas sobre mis ojos, y había olvidado, desayunar, las fuerzas en mi cuerpo eran mínimas.
Tome, la libreta de la primera hora y la abrí justo en donde nos habíamos quedado la clase anterior.
Eyyy Allison, vamos a dar un rol, esta clase es mega aburrida.- Comento Sergio, al otro lado del salón.
No manches, no, tengo que entregar un par de cosas, y trabajos, mejor mañana conteste, al mismo tiempo que me levantaba bruscamente del asiento.
El tiempo transcurría, pero extrañamente, el profesor no había llegado, eso, era en verdad extraño, siempre era muy puntual.
Recuerdo el primer, día de clases con él, dio su nombre y desde el principio, nos reitero, que era un tipo, nervioso, con un sentido del humor, ligeramente afectado, pero bueno, al final del día, prometía, ser un buen profesor.
Como todos los adolescentes, Sergio mi mejor amigo, comenzó a notar la debilidad del profesor, y le colocaba apodos, era un apodo diferente por clase; lo peor del asunto, era que se lo decía en la cara, y este solamente, le quitaba puntos, o le restaba asistencias a clase.
Hubo un día en particular, recuerdo, pues había sido apenas la clase pasada, nos tocaba clase después del receso con él; se dieron entonces las 10:45 y todos entramos al salón,. Comenzó con el pase de lista habitual, y a regañadientes, sentaba a Sergio y a otro par de adolescentes descontrolados, los gritos, e insultos, se volvieron, cada vez más insoportables, sin excepción alguna, nos reíamos, y no guardábamos silencio.
En un momento de desesperación, nuestro querido profesor, tomo sus listas, y papeles arrojándolos al suelo, con tal violencia, e impresión, que el salón, se quedo pasmado, por unos segundos.
-No puedo creer, que ni mi maldita clase me dejen dar!!!- grito, llorando y temblando de lo que al parecer, era un ataque de nervios.
Incontrolablemente todo el salón, comenzó a reírse, y a abuchear, tengo que ser sincera, la risa, era incontenible, y es que ante tal reacción, era inevitable reírse, entonces tomo todas sus cosas, y se marcho del salón, a paso veloz; nadie había hablado del incidente, puesto, que no era tan importante, o al menos no lo era hasta ahora, cuando la orientadora, entraba al salón de clases, con una expresión singular, una expresión que jamás olvidare, se tomo la cabeza y dijo: Jóvenes, su profesor , ya no está más aquí, será imposible, tener clase con el-La orientadora, tenía la expresión más desconcertada y adolorida, del mundo.
Al mencionar todo ello, por inercia recordamos, el incidente, sin embargo, pensamos, en algo tan sencillo como su renunciar solamente.
-Chicos, quizás no debería decir esto, pero el profesor falleció, se le encontró, atado a una soga al cuello, al parecer, fue un suicidio.-
Al recibir esta extraña y muy impactante noticia, nos percatamos, del daño que habíamos provocado, por jugar, a ser el mando, ahora una persona había muerto solo, por burlarnos, solo, por querer parecer, mas fuertes…
Nunca nos dimos cuenta del verdadero, daño que le causamos, nunca supimos como se sentía, lo sensible que podía ser, o peor aún, nunca nos pusimos en su lugar… Aun no puedo dormir, a veces, siento, aun su mirada, fija, y nerviosa del ultimo día que lo vi.
Por: Paola Estefanía Ortega Estrada